martes, 20 de julio de 2010

Dia del Amigo


Un abrazo
Una lágrima
La voz baja
Confidente
Confesando
Un oído que escucha
Un corazón que comprende
la mano tendida
de un amigo

martes, 13 de julio de 2010

Infortunio


Los ojos vieron el ramo de flores. Eran flores negras y sus pétalos semejaban babosas. Las babosas vomitaban decenas de bolitas negras que rodaron y cayeron con gran estrépito. Las paredes se cubrieron de una masa gelatinosa y el piso se volvió brillantemente negro.
Las manos levantaron la tapa del piano y las teclas negras saltaron al piso y comenzaron a tocar en semitonos una canción de cuna. Las teclas blancas se sonrojaron y la tapa del piano cayó desprendiendo las falanges de los dedos. Aún con la tapa cerrada se oyó una y otra vez la escala en do mayor. Las manos tantearon el piso desesperadamente. Buscaban las teclas negras mezcladas entre las bolitas que miraban como pupilas dilatadas. Rodaban por el piso de un lado a otro. Pero cómo ubicar el fa sostenido o el si bemol entre todo ese caos. Los dedos avergonzados cerraron los puños en un gesto de ira e impotencia. Si tan sólo hubiera tenido la cabeza para poder llorar.

Clarita


Conocer a Clarita con vestido floreado saco negro zoquetes blancos alpargatas negras las piernas cuelgan de la cama Clarita sola en la habitación de la clínica Clarita delgada pelo lacio hasta la cintura modales delicados Clarita extraña más al payaso que le compraron en Amsterdam que a sus otros muñecos Clarita en Paris con un tapadito azul Clarita en el baile del transatlántico vestida de seda escuchar su voz apacible regresar a su infancia y a su juventud los años pasan a través de las palabras con un velo de nostalgia los ojos buenos brillan con mirada infantil los documentos dicen que Clarita tiene setenta y cinco años.

Quinientos años


Aún son morenas las manos que sirven al blanco. Café con azúcar. Cae la taza que se parte en pedazos. La voz morena se disculpa y baja la cabeza. Café y azúcar besan la tierra. Se convierten en lágrimas que ruedan. Ruedan por las resecas planicies en busca de la tierra fértil. Ya no existe. Sólo encuentran grietas. Las lágrimas impotentes son un eterno llanto que riega la aridez estéril.