domingo, 10 de octubre de 2010

Abya Yala


Ella lo sabía
desde el inicio de los tiempos
los presagios anunciaron la llegada
aún así se estremeció
era el comienzo

no pidieron permiso
pisaron sin entregar ofrendas
pueblos hermanos se enfrentaron
se traicionaron
divididos fueron esclavizados
con espadas y armaduras de metal
las fiebres los diezmaron

Ella lo sabía
venían a socavar sus senos de oro y plata
vomitó lava
lloró huracanes
se convulsionó en terremotos
pero llegaron muchos más
extendiéndose sobre una mancha de sangre
arrasando culturas milenarias
imponiendo salvación por la fuerza y la muerte

el cóndor extiende sus alas sobre la médula del continente
en las murallas de piedra reverbera el llanto de la quena
los pueblos originarios aún luchan por la recuperación de la identidad arrebatada
aunque para muchos Abya Yala ni siquiera es un recuerdo.

Inertes


Sin comienzo y sin fondo
mira hacia un lado y al otro
vacío
frío
fuente de vanidades hoy es prisionero
en un tiempo remoto fue capaz de destruir un dios
con su frialdad, su piel dorada, su cuello largo de cisne encantado
mantiene la cabeza erguida por debajo de un sombrero blanco con bordes dorados
el ojo vacío observa
atento
las sombras poco a poco los envuelven
el ojo se cierra
se oyen pasos
una mano se acerca y sin querer acaricia
un perfil
ocupa espacio en la ilusión de una imagen
la luz ilumina la escena
ya no están solos
se dibujan movimientos, gestos, colores.
La casa está viva.