miércoles, 17 de octubre de 2012

El cantante


Te veo sumergido en la penumbra. Invisible detrás de la indiferencia de la gente. Y vos,  impasible a las risas, a las voces, al ir y venir, al ruido de los platos y los vasos, a la máquina de café. Parado ahí, bajo la tenue luz del foco, frente a todos, frente a nadie, frente a la nada. Solitario, viviendo gota a gota las letras que desgranás como lágrimas que van cayendo a tus pies.

Otra noche como tantas, refugiándote en la música que casi nadie escucha. De vez en cuando un lánguido aplauso te sorprende. Y agradecés con un leve movimiento de cabeza.El repertorio se repite como un carrusel de vivos colores en tu vida gris. Y le cantás al amor que te defraudó, a la mujer que sé que no tenés, a la ternura que te fue esquiva. 

Desde un rincón sombrío te observo. No me ves. No sabés de mi presencia. Pero acá estoy todas las noches que anuncian tu presentación. Oigo tu voz dulce, cálida, que llega como un bálsamo que intenta en vano cubrir las heridas. Acaso pensás que tu soledad es única.  En esta cárcel de cemento a nadie le importamos. No somos lindos, ni jóvenes, ni afortunados. Tal vez, no sé, algún día me anime a salir del rincón para pedirte que me dediques una canción. Alguna que hable de esperanza, de compartir un camino, de no resignarse a dejar de soñar un futuro. Entonces podré contarte que te conozco, y quizás me reconozcas detrás de mis canas y mis arrugas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario