lunes, 16 de mayo de 2011

Besos brujos


Cuentan que la leyenda nació allá por el novecientos. En la imprecisa frontera entre la ciudad y las quintas, donde convivían los caserones con sucesión de patios, los conventillos y los burdeles.
Allí se mezclaba la gente recién llegada del campo con los inmigrantes que acababan de bajar de los barcos. Fue donde nació el arrabal con sus malevos, la guitarra y el cuchillo.
La llamaban Malena, gringa rubia y de gran temperamento, milonguera y fiel a su hombre. Tenía un puesto de venta de frutas en la Calle de la Feria.
Cuando Julián se cruzó en su camino, Malena supo que sería el verdadero amor. Fueron felices hasta que una noche cálida de enero, llegó al conventillo el eterno guapo, rápido con la daga, siempre buscando una muerte. La partida de truco fue la excusa. Julián tiñó con su sangre los ladrillos del patio. Antes de morir susurró en el oído de Malena : “Volveré para besarte”, y posó suavemente los labios en los de su amada.
La tristeza abatió a Malena y murió poco tiempo después.
Desde entonces, el espíritu de Malena permanece a la espera de su Julián. Allí mismo, donde estaba el puesto de frutas, aunque al pasar los años, la calle de la Feria se convirtió en el pasaje Bollini.
Se dice que aún hoy, cuando algún hombre pasa solo en una noche cualquiera de enero, lo envuelve una suave brisa y siente en sus labios un beso dulce y fragante. Lo que muchos no saben es que de alguna manera, ese beso será el último que recibirán en su vida.
Malena busca los labios de Julián. Al no encontrarlos, castiga con el conjuro a quien la decepciona. Comentan los que saben, que el embrujo se anula arrojando al piso claveles rojos. A Malena le hace recordar la sangre derramada por Julián, y el hechizo se desvanece con su llanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario