domingo, 9 de mayo de 2010
Ivonne
Ivonne es alta y ágil. Los pies demasiado grandes. Melena rubia y ondulada.
Rasgos angulosos. Ojos azules acostumbrados a otros cielos. Vestido rojo provocativo. Medias de seda.
Camina con ritmo, taconeando. Vicios de la profesión. El cuerpo armonioso sigue el compás de las caderas.
Al doblar la esquina, sus labios pintados esbozan una sonrisa. Allí está el viejo que todas las mañanas espera verla pasar; las dos solteronas que esconden su curiosidad detrás de las cortinas, seguramente se están persignando. Saluda a la vecina que a esa hora ya está barriendo la vereda.
Entra en el zaguán cantando bajito un tango. Abre la puerta de su pieza y tira los zapatos en un rincón. Se desviste lentamente. Mira su imagen en el espejo y acaricia su piel demasiado blanca pero ya no tan joven ni tan suave.
Se tira en la cama y cierra los ojos. Vuelve a canturrear saboreando la letra de ese tango que tanto le gusta . Después de unos minutos se incorpora y enciende un cigarrillo. Se recuesta nuevamente, cruza las piernas y coloca un brazo bajo su cabeza.
Es su mejor momento del día. Fumar en silencio aspirando con placer. Desnuda en la solitaria oscuridad de su pieza.
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Me parece que esa es Madame Ivonne...
ResponderEliminarCarmen, un poco de decoro ¡por favor!
Ahora, en serio: Genial la descripción. Se puede ver cada uno de sus movimientos, y hasta sentir el olor a cigarrillo : )